munch museum. juan herreros.
El edificio se coloca “de lado” al final de la península Pauselkia, esquivando los conos de percepción que aseguran las vistas sobre la fortaleza desde las montañas vecinas. Con esta posición queremos intensificar la tensión entre el fiordo y la tierra firme pero también evitar el gesto prepotente de colocarlo frontalmente para hacerse respetuosamente a un lado, dejando al espacio y la vista fluir hacia el mar.
Como se puede ver, especialmente en la maqueta, su volumetría expresa de una manera casi antropomórfica su respeto hacia la ciudad histórica y su convivencia con la ópera, entendiendo que si el fiordo es un paisaje bellísimo, adonde quiere mirar es a la línea de la costa, allí donde éste se encuentra con la tierra y se producen los intercambios más valiosos para la vida de la ciudad.
Su gesto de inclinar ligeramente su remate (sin afectar a la funcionalidad de las salas), enfatiza orgullosamente el valor del suelo público generado a sus pies. Esta condición “figurativa” es también un acercamiento a la propia obra de Edward Munch y su lenguaje exhuberante en el que naturalismo y abstracción encuentran una expresión única para los tiempos de transición que le tocó vivir.
20090414
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